LA RUTA DEL PAN PERUANO – MOQUEGUA

LA RUTA DEL PAN PERUANO

MOQUEGUA

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Menciona el autor Ismael Pinto en su libro “VALDELOMAR EN MOQUEGUA”, que en el año 1919, por las calles de la ciudad empezaban a circular los panaderos con sus enormes cestas ofreciendo los bizcochos, alfajorcillos y queques. Estos ofrecían también el agradable Pan Corona, el pan símbolo de este hermoso Valle

El departamento de Moquegua comprende tres provincias: Ilo, puerto industrial donde hasta hace unos años tenían la influencia de Mollendo (Arequipa) con el pan Lulo, pero además se encuentra en sus tres malecones las hallullas (No como las de Tacna, estas son un tipo de galletas dulces elaboradas con masa de pan). La Provincia de Mariscal Nieto es la más fructífera en variedad de panes, tenemos: el pan Corona, las Andaditas, el Pan estrella, los Bollos de Carumas, entre otros. Y finalmente la provincia de General Sánchez Cerro con su exquisito y legendario pan de Omate. Acompáñennos por esta aventura atreves de los tesoros que posee Moquegua en su panadería artesanal.

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LA HUMINTA EN LA CULTURA CHIRIBAYA

En la edición No 22 que corresponde al primer artículo de nuestro segmento “La Ruta del Pan Peruano”, mostramos que los Incas desarrollaron un prototipo de pan, que según Garcilaso De La Vega, era el tanta, la huminta y el sanku. En el Acllahuasi las vírgenes del sol preparaban panes de maíz, para fiestas como el Intiraymi.

La cultura Chiribaya se gestó en el sur del Perú, en el actual territorio de Moquegua, entre los años 900 y 1350 D.C., un pueblo dedicado a la pesca, con una fuerte influencia Tiahuanaco, antes de ser anexado por los Incas. En la extraordinaria obra, “Moquegua, Cocina de Vinicultores” publicada por la investigadora Rosario Olivas se hace mención de los hallazgos de la arqueóloga Sonia Guillen, en relación a tumbas de dicha cultura, donde se encontraron entre las ofrendas, algunas humintas. De tal manera que la cultura Chiribaya posee hasta ahora, las humintas de mayor antigüedad en nuestro país.

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 ANDADITAS DE QUESO

LAS YEMAS: INGREDIENTE SECRETO DEL BIZCOCHO MOQUEGUANO

La construcción de los más importantes conventos en el Perú, fueron edificados con un pegamento especial entre ladrillo y ladrillo, que era la clara de huevo. De tal manera que se disponían de grandes cantidades de yemas listas para ser utilizadas como insumo de lujo para la producción de los más exquisitos dulces y panes que nacieron en los más importantes y monumentales santuarios.

 

En el siglo XVIII  se presenta la época de mayor apogeo en la producción de vinos y piscos de Moquegua, que llegó hasta 3 millones y medio de litros. Para clarificar el vino se usaba la clara de huevo, es decir por cada 100 litros de vino se utiliza una clara, lo que proporcionalmente nos resulta que por 3 millones y medio de litros de licor, se necesitaban alrededor de 35000 claras de huevo. De tal manera que se reservaban las yemas con las que se elaboraban postres y panes, como los deliciosos bizcochos moqueguanos.  

Rosario Olivas publico también otra obra interesante en el año 1990, titulada “Tratado de Dulces y licores de Moquegua” donde registra 377 recetas de postres clásicos del siglo XIX pertenecientes a este valle. En este libro destacan algunos importantes bizcochos, desde los clásicos hasta el bizcochito de anís.

INMIGRACIÓN ITALIANA EN MOQUEGUA

Según Julio Díaz Palacios en su libro “Ilo la ciudad que quiero ser” se menciona que el vigésimo sexto virrey del Perú, Carminio Nicolás Caracciolo, príncipe del santo bueno, promueve la inmigración de italianos al Perú, de tal manera que algunos llegaron a las costas del sur. Posteriormente luego de la independencia del Perú, como lo cita la investigadora Rosario Olivas, importantes inmigrantes llegaron a Moquegua, como los chinos dedicados a la agricultura, un grupo de italianos establecieron empresas de transporte, los ingleses, franceses y alemanes eran comerciantes. Pero debemos destacar que a Moquegua llegó un importante contingente de ciudadanos italianos, de ahí que su cocina tenga toques y estilo mediterráneo. En su gastronomía es importante el protagonismo del orégano. Llegaron a este fructífero valle, familias como los Garibaldi, los Malatesta, los Acardi, los Ghersi y de la misma manera que en Tacna, los italianos trajeron panes como el cachito y el pan coliza.

El primer molino de piedra de Moquegua estaba instalado en Estuquiña, de propiedad del italiano Pedro Conservo, dedicado para la molturación del trigo de la zona. Este mismo pasó años después a Don Pedro Bianchi que lo cedió en el siglo pasado a Don Esteban Acervo. Era el más importante molino de la ciudad que producía harinas y fideos, los dos  respetables ciudadanos italianos. Dentro de los locales más destacados de inmigrantes italianos esta la Panadería Pizzería Bari que perteneció a Don Victoriano Badonio Acervo, en la actualidad dicho local es una peluquería.

VALDELOMAR EN MOQUEGUA

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En la obra titulada “Valdelomar en Moquegua, retrato de una ciudad” del autor Ismael Pinto, nos muestra la incursión del famoso Conde de Lemos (apelativo de Abraham Valdelomar) en tierras moqueguanas en el año 1919. Este Extraordinario escritor autor del Caballero Carmelo y que llevó a la fama el silogismo “Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert es el Perú”, realiza un maravilloso periplo por este valle fructífero, donde pudo registrarse la variedad y riqueza de panes que goza el departamento de Moquegua. En la página 88 se menciona lo siguiente:

“Entradita la mañana, las señoras o las empleadas de Casa Grande, salían de compras; …. Y las calles empezaban a circular las dulceras con sus grandes canastas colgadas a los brazos, ofreciendo los bizcochos, las andaditas de granillo, los alfajorillos, los queques, los turrones, los alfajorcitos de manjar blanco o de miel. Al lado de aquellos también los panaderos, ofreciendo el pan corona o de patita de llama; y secundándolos, con una charola en la cabeza”.  

TORATA: LA PEQUEÑA OROPESA

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 VÍCTOR CONDORI: EL MEJOR PANADERO DE TORATA

A una hora de Moquegua encontramos el bello y apacible distrito de Torata, la pequeña Oropesa, por su variedad y tradición ancestral panadera. Durante el viaje a este pintoresco poblado, es imposible dejar de ver el cerro baúl, que en el pasado fue dominio de los Waris. Torata tiene en el pan Corona a su eterno embajador, elogiado por el mismísimo Abraham Valdelomar a principios del siglo XX. El pan Corona, subido a la categoría de Pan de  Torata (siendo representativo del valle), forma parte importante de la culinaria moqueguana. Dentro de los piqueos moqueguanos, el pan Corona se acompaña con aceituna negra seca y una salsita conformada por cebolla picada en pluma, ajo molido, perejil picado, ají amarillo cortado en tiras, jugo de limón, sal, pimienta y un chorrito de aceite de oliva del distrito del algarrobal, siendo una guarnición esplendida. Dentro de las entradas es histórica la sopa de pan o sopa de pascua consumidas entre 1844 a 1850 por los estudiantes del colegio La Libertad, en la actualidad se consume durante la semana santa. La preparación de este potaje tiene como ingrediente principal al pan Corona.

Uno de los panaderos legendarios que tuvimos la oportunidad de conocer en este viaje y responsable de mantener esta tradición es Don Víctor Condori, con más de 25 años dedicado a elaborar panes de la hermosa Torata, como el pan estrella, la patita de llama, las andaditas de queso, las roscas bañadas con glasé. También visitamos el molino de Torata con más de 400 años de antigüedad, perteneciente a Don José Juarez Madueño que está próximo a cumplir 100 años. Este molino ha sido parte vital de la producción de harinas con el trigo que crece en el valle, siendo el valor agregado de sus panes.

En el número 32 mencionamos el testimonio del destacado investigador Rodolfo Tafur, en relación a que los quechuas y los aymaras, le han dado nombres descriptivos a diferentes panes regionales, de acuerdo al mundo que conocen. Es el caso de algunos panes que encontramos en Torata, como el pan Patita de Llama, una masa casi dulce, que posee la forma del pan cachito, pero sus extremos se alinean formando la letra U. El pan estrella que se elabora con la masa de bizcocho y que posee la forma mitológica de los cuerpos celestes. Finalmente los Jetones, una masa de pan suave rellena de queso en el centro, que posee la forma del Stollen alemán, formando la imagen de dos grandes labios.

LA VIDA COTIDIANA DE MOQUEGUA

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PAN ESTRELLA

En las mañanas moqueguanas, el desayuno tiene como protagonista al pan que es acompañado por las aceitunas sevillana criolla de Ilo, que son sin lugar a dudas las mejores del Perú, también pueden unirse al festín matutino los quesos de Torata. Las bebidas calientes con el té, café o chocolate con leche. En la tarde existe un lema propio de algunas familias, “Si no hay pan, no hay almuerzo”, son clásicos los panes de cuchara, es decir los que cumplirán la función de limpiar aromáticos jugos de los guisos sureños. El lonche de las 4 o 5 de la tarde es inapelable, se puede disfrutar de un rico postre, como también ser seducido por unos bollitos de yema, unos tentadores bizcochos o el clásico pan de la zona, acompañado nuevamente con mantequilla, queso o aceitunas. Existe una importante producción de panes como el Coliza, el Cachito, el pan Mestizo, las Andaditas de Queso, las Andaditas de Granillo, el Pan de Torata, los Jetones, el pan Estrella, la Pata de llama, los bollos de Omate, los bollos de Carumas.

Existe la costumbre que en las zonas productoras de aceitunas como el distrito del Algarrobal (Ilo), durante el prensado de las mismas, al obtenerse el aceite de oliva caliente, se retira una pequeña cantidad y se tiene el hábito de humedecerlo con pan, acompañándolo con una taza de café. No debemos olvidarnos de las riquísimas empanadas, que son una verdadera exquisitez, debemos aclarar que en Moquegua se utilizan 4 tipos de masas: las clásicas masa caseras, las tradicionales de empanada, las de hojaldre y las masas de pan, estas últimas rellenas de queso. Podemos concluir que en Moquegua el índice de consumo de pan es uno de los más altos del Perú, por no decir el más alto de nuestro país, es por ello, un digno ejemplo a seguir.

MOQUEGUANO DE EXPORTACIÓN: CARLOS HILASACA

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Nació en medio del aroma de la palta, la chirimoya, la uva y el pan de Torata, nos cuenta que su madre lo llamó José Carlos en honor al gran amauta José Carlos Mariátegui. Carlos tuvo una niñez feliz e intensa pese a la difícil condición económica de su familia, uno de sus primeros encuentros con su vocación, fue en el famoso barrio de San Francisco en la panadería de Don Canazas, donde aprendió a elaborar el pan labranza y realizar la titánica tarea de hacer panes a pulso, es decir a mano. Durante un tiempo también al lado de su madre se dedico a la venta de los panes de Torata, como el sabroso Pan Corona, que reconoce fue su favorito.

Hablar de Carlos Hilasaca, es hablar de su maestría y sapiencia para las masas de pan, destacado Ingeniero en Industrias Alimentarias, fue el director de orquesta de la renombrada empresa Productos Unión, ilustre catedrático en el curso de Panificación industrial en la Universidad Peruana Unión y en la actualidad brazo derecho de Carlos Pereira en la imponente Bon Bread de las Vegas Nevada.

AUTOR: Ing. Renato Gago

FUENTE: REVISTA PANERA

 

LA RUTA DEL PAN PERUANO – PUNO

LA RUTA DEL PAN PERUANO

PUNO

“La tierra de los Collas, los Tiahuanacos y los Lupacas  produce panes renombrados como el Tres Esquinas, el Pan Sarnita y la Cauca. Sin embargo existe una historia legendaria de más de 500 años entre el pan de Puno y la quinua”.

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LA MARAVILLOSA EVOLUCIÓN DEL PAN DE QUINUA

Del año 300 al 900 DC se desarrollo la cultura Tiahuanaco en la meseta del Collao, en los alrededores del lago más alto del mundo, donde aparece una generación de ganaderos y pastores. Sus productos agrícolas más importantes son la papa y la quinua. Se cree que su divinidad principal fue Wiracocha. Dentro de su etimología, Wira significa caña de maíz, quiere decir que la divinidad más importante del mundo andino fue un maíz. En nuestro primer artículo mencionamos que en el periodo incaico las vírgenes del Sol elaboraron panes a base de maíz, como el Tanta, la Huminta y el Sanku. Debemos destacar que en esta época de nuestra historia también se elaboraba un pan a base de quinua. En esta edición daremos a conocer la relación de Puno con la quinua y la variedad de panes elaborados a partir de este cereal.

 

La leyenda de los hermanos Ayar interpreta el origen y la fundación de la Ciudad del Cuzco, probablemente en el siglo XII. La historia cuenta la salida de 4 hermanos en dirección a la capital imperial. Ayar significa Quinua, este detalle nos muestra la importancia de este cereal en el régimen alimentario del imperio. Veamos la interpretación de los nombres de los 4 hermanos: Ayar Cachi quiere decir “Quinua con Sal”, Ayar Uchu quiere decir “Quinua con Ají”, Ayar Auca quiere decir “Quinua con Tarwi” y finalmente Ayar Manco quiere decir “El que cuida la quinua o el preservador de la quinua”. Durante su larga peregrinación, al enterarse Ayar Cachi que no sería el elegido para fundar la ciudad del Cuzco, lloró amargamente y sus lagrimas se convertirían en los salares del Cuzco, de la que se obtiene hoy la famosa “Sal de Maras”, que es una sal de color morado, que ha sido utilizada por el extraordinario panadero Renato Peralta para diseñar nuevos y atractivos panes. Ayar Manco conquistó el fructífero valle del Cuzco, que da origen, años más tarde al Imperio más glorioso de América, la Roma del Nuevo Mundo.

 

Durante la época del virreinato, el sacerdote jesuita Diego Gonzales Holguín, quien dedicó 25 años al estudio del idioma indígena, publicó en 1608 el primer diccionario Quechua, donde hace mención de la palabra Pisqui Tanta, que quiere decir pan de quinua.  Si Gonzales Holguín se especializó en el quechua, Ludovico Bertonio lo hizo con el Aymara. Es un sacerdote italiano que publica el “Vocabulario de la lengua aymara” entre otras obras en 1612, donde menciona la palabra Hiura, referida a panes elaborados con todo tipo de semillas, debido a la escases de trigo de los primeros años. Ludovico también cita el “Kispiñu” referido a unos pancitos o buñuelos de quinua que se consumen hasta hoy en Puno por los campesinos de Azángaro. También en las festividades de todos los santos, además de elaborar las clásicas Tanta Wawas hechas con harina de trigo, los puneños elaboran el Kispiñu, dándole formas de animales o bebes.  

 

En la obra de la autora Ana María Fries, “De la chacra al Fogón” se menciona las variedades de panes de quinua, difundidas en las diferentes provincias del departamento de Puno.  Con el paso de los años y la modernidad, se han desarrollado panes con el denominado arroz peruano, con mejores acabados y un sin número de recetas en diferentes géneros de pan, utilizando la harina de quinua y los granos cocidos.

El nombre científico de esta maravillosa gramínea es Chenopodium quinoa, conocida como el grano de oro de los Incas, es llamado seudocereal, porque posee más aminoácidos que los cereales convencionales. Puno está produciendo variedades de quinuas que los peruanos no conocemos, como la quinua roja, la quinua rosada, la quinua amarilla, la quinua gris y la quinua negra, esta última conocida también como quinua reina, pues en 100 gramos de esta variedad, encontramos 38 gramos de proteínas. La quinua negra se consume por las personas que pierden un familiar, sobre todo después de un entierro, porque contiene Litio, que tiene la propiedad de tranquilizar al ser humano expuesto a estrés y tensión.

Tuvimos la oportunidad de visitar el pueblo de Atuncolla, ubicado camino a Sillustani. Los pobladores llevan una alimentación muy sana, con granos andinos, chuño y un queso artesanal que es más que espectacular. Las familias tienen la costumbre de elaborar panes a base de quinua, lamentablemente en esa zona, solo se tiene acceso a la quinua blanca, pues  las quinuas de colores están en vías de extinción.

El Ministerio de Agricultura atreves de su jefatura en la provincia de Huancané, dirigida por el Ing. Rubén Parí Mamani desde hace unos años, producen el atractivo paneton de quinua. Para esto capacitan al personal en la elaboración de los panes dulces y el ejercicio de las buenas prácticas de manufactura. Esta asociación de productores agropecuarios produce panes, cakes, empanadas, alfajores y una variedad inmensa de preparaciones a base del grano de oro de los incas.

DEL ACEMITA AL PAN SEMITA

Uno de los primeros panes que llega de España luego de la conquista es el pan Acemita, pero en 500 años, el término ha cambiado de pan Acemita, para conocerse popularmente como pan Semita. ¿Qué papel juega el pueblo de Puno, con respecto al cambio de este nombre?. Para eso tenemos que remontarnos al año 1000 DC, donde se produce la formación de los pueblos Aymaras, originarios de la Meseta del Collao, ubicados en los alrededores del Lago Titicaca, en el actual territorio del departamento de Puno. Llegaron a sobresalir grupos como los Collas y los Lupacas, el idioma de ambos era el aymara.

 

El pan Semita (Acemita) lo encontramos extendido y difundido por todo el Perú, podemos comer un semita clásico en Cajamarca y un semita de maíz en Ancash, pero este pan de forma casi triangular, vino de la Península Ibérica con el nombre de Acemita, que procede del árabe SEMIT que quiere decir Flor de harina, pero también se le ha llamaba AZYMOS porque no llevaba levadura para su elaboración. Mencionábamos al sacerdote italiano Ludovico Bertonio, estudioso de la lengua aymara, quien en 1612 se encuentra en sus escritos, que para los españoles el término correcto es Acemita, pero los aymaras en su lengua lo denominaban CEMITO O CEMITA.   

Recordemos que en Potosí (actual territorio de Bolivia que perteneció al Imperio de los Incas), en el esplendor de la minería, cuando esta ciudad era una de las más pobladas del nuevo mundo, se registran en el año 1630, tanto haciendas como casas, que elaboraban el pan acemita, describiéndose como un pan que contiene salvado de trigo, lo que se conoce como afrecho.

Lograda la independencia del Perú, la evolución de las panaderías en Puno, fue un proceso lento y paulatino. Mientras en Lima para 1787 habían 40 panaderías, en Puno para 1875, es decir casi 100 años después, habían solo 3 panaderías y un horno de ladrillo. Esto se debe también a la presencia de diferentes hábitos alimenticios en esta zona, como el crecimiento gradual y pausado de la ciudad de Puno.

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EL PAN 3 ESQUINAS Y LA RELIGIOSIDAD PUNEÑA

En el extraordinario libro “ENTRE HORNOS Y ROCOTOS” de Blanquita Chávez, se menciona el simbolismo del Pan Tres Puntas, que nos muestra la representación de la santísima trinidad. Este pan de masa salada y de corteza crujiente, cambia de nombre según la región, en Arequipa se llama Tres Puntas, en Puno se conoce como Tres Esquinas y en Bolivia como Pan Muela. En el Tres esquinas podemos ver un trasfondo religioso, pues en Puno se mezcla lo puro con lo pagano, adorando a la pachamama, que hoy está representada por la virgen de la candelaria, convirtiéndose en una fiesta mestiza, donde se unen la cosmovisión andina y la occidental, logrando un sincretismo y un doble lenguaje religioso que se mantiene por siglos. Recordemos que con la conquista se produce la evangelización y la tan conocida extirpación de idolatrías, siendo los responsables de esta misión los jesuitas desde el año 1556 por órdenes de los Reyes de España y el Papa Gregorio VIII.

 

PAN SARNITA

En una entrevista con el destacado investigador Rodolfo Tafur, nos mencionó que los quechuas y los aymaras, le han dado nombres descriptivos a diferentes panes regionales, de acuerdo a lo que ven, a lo que tocan y relacionado con lo que conocen. Por eso hay papas nativas que llevan nombres pintorescos como cacho de toro, mano de puma  o en el caso de la quinua, existe la variedad cabeza de león. Esto ha ocurrido con el famoso pan sarnita, pues desde los Tiahuanaco hasta los albores del siglo XXI, en Puno la ganadería ha sido, y sigue siendo una actividad económica vital, pues su gran aporte a la humanidad ha sido la domesticación de la alpaca y la llama. Una de las enfermedades más comunes de los auquénidos es la sarna (escabiasis), este parasito literalmente se come la piel del animal, es cierto que también afecta al ser humano. Es por eso, que en el año 1951 el ilustre periodista puneño Federico More escribía sobre el pan Sarna o Sarnita, lo siguiente: “Es un pan de buen tamaño, redondo, de harina no muy limpia y cubierto con pedazos de queso, que le da un aspecto de tejido sarnoso”.  Efectivamente este pan que está decorado con pedazos de queso paria en la superficie, al ingresar al horno no se derrite, pero si se ablanda, dando una imagen de piel carachosa o con sarna.

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CAUCA: LA TOSTADA PERUANA

En la tostada moderna, requerimos de una rebanada de pan que pasa por dos etapas de cocción, las dos en el horno. En relación a los pueblos aymaras ubicados en el departamento de Puno, el sacerdote jesuita Ludovico Bertonio menciona que la palabra tostada de pan, en dicha lengua equivale a Phurcata tanta. La primera versión de tostadas en el Perú, fueron traídas por los españoles, denominadas “Torrijas”. Son rebanadas de pan empapadas en vino, leche u otro líquido, que son llevadas a una sartén bien caliente. Es decir la primera cocción era en horno y la segunda cocción era una fritura. En nuestro país encontramos dos tostadas serranas que son las más conocidas, en Apurímac esta el Taparaco y en Puno la famosa Cauca. Es muy probable que el nombre de esta tostada puneña derive de la palabra Kaukara que se refiere a una carne seca y asada. 

POR LAS RUTAS DEL PAN PERUANO

El sanguche más emblemático del Perú es la deliciosa butifarra acompañada con el crujiente pan francés, disfrute del paso a paso de su elaboración en la panadería EL PAN CRIOLLO. Luego visitaremos el lujoso restaurante FIESTA GOURMET de Hector Soliz donde incluyen en su carta el pan marraqueta con la inigualable salchicha de Ferreñafe.

LA RUTA DEL PAN PERUANO – TACNA

LA RUTA DEL PAN PERUANO

TACNA

“Es el emblema de amor, fidelidad, devoción y lealtad a la patria. Es la hija que nunca se fue, pudiendo haberse ido. Es la ciudad de todas las sangres. Su pan más representativo es la Marraqueta que se acompaña con el tradicional Picante a la Tacneña. Si este pan hablará nos contaría la dura etapa que paso su pueblo durante 50 años de ocupación chilena”.

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Su territorio perteneció parte al Contisuyo y parte al Collasuyo del glorioso Imperio de los Incas, un pueblo que desde épocas milenarias destacaba por su lado artístico, dejando como valiosos tesoros las famosas cuevas de Toquepala, donde los antiguos pobladores de la zona, diseñaron las extraordinarias pinturas rupestres. Decidimos realizar un largo viaje rumbo a la ciudad de Tacna, un lugar lleno de relatos y orgullo nacional, para investigar y profundizar acerca de la historia de su panadería.  

LA EMANCIPACIÓN EN TACNA Y SUS DAMAS PANADERAS

La emancipación en el Perú es una época de agitación, turbulencia y efervescencia revolucionaria, debido a que nuestro país se vio influenciado por acontecimientos mundiales que nos dieron mucho que pensar, como la revolución francesa, la independencia de los Estados Unidos y la ilustración (corriente ideológica). Reflexionando en dar ese tan ansiado grito de libertad. Un grito que lo teníamos clavado en la garganta debido al injusto y tirano sistema de gobierno de España, en esa coyuntura aparece el pueblo de Tacna en el año 1811 con el patriota Don Francisco De Zela, quien  inicia este periodo de revoluciones, dándole a este departamento el título de la ciudad heroica. 

 

Durante dicho periodo de la historia de nuestro país, nos cuenta el autor Zora Carbajal en su libro “Tacna Historia y Folklore” que durante la gestión del alcalde Jose Benito Laso De La Vega se dictó una ley para el buen gobierno del pueblo en el año 1820. Pues debido al escaso peso y tamaño del pan elaborado por distinguidas damas conocidas como las amasanderas, se debían tomar algunas medidas que a continuación describiremos.   

 

En dicho edicto se menciona que el pan elaborado con harina de Arequipa no debía bajar de 7 onzas, el pan elaborado con harina de la sierra no debía de bajar de 11 onzas y el pan elaborado con harina de los valles no podía bajar de 10 onzas, prohibiéndose que se mezclaran harinas de Arequipa con las antes mencionadas para evitar fraudes. Menciona el autor que un pan de 10 onzas equivalía aproximadamente a 280 gr y tenía un costo de medio real cada uno. 

 

Las panaderías durante el virreinato en esencia eran lugares de trabajo forzado y además un centro correccional o de reinserción social, sin embargo en Tacna las mujeres eran las responsables de elaborar el pan y hasta tuvieron una calle conocida como “La Calle de las Panaderas”, esta es en la actualidad la calle Arias Araguez, que corta dos avenidas principales que son la avenida San Martin y la avenida Zela. En esta calle estaban agrupadas todas estas distinguidas damas, dedicadas al amasado, formado y horneado del pan, que según algunos testimonios de historiadores correspondería a un pan muy primario, que fue el pan labranza. Esto comprueba el espíritu de estoicismo y lucha, inherente en la mujer tacneña.

EL MERCADO DE ABASTOS DE TACNA

El 16 de enero de 1814 el alcalde de San Pedro de Tacna, Rafael Gavino De Barrios estableció el primer mercado de abastos, que ofrecía una gran variedad de productos procedentes de distintos departamentos del Perú. En 1820 cuando era alcalde el doctor José Benito Laso, se establecieron una serie de ordenanzas para controlar la calidad de los alimentos que se comercializaban en dicho mercado. Por lo que nombró a 4 representantes encargados de vigilar todos los caminos de ingreso a la ciudad, con el propósito que los comerciantes y arrieros indígenas llevarán sus productos (quesos, carnes secas, manteca, sebo, papas, harinas, chuños, entre otros) a la casa de abastos para el respectivo control. En cuanto al tema del pan, los 4 representantes velaban porque se mantenga la calidad del pan, respetando el volumen y el peso.

 

PRESENCIA ITALIANA EN TACNA

Tacna es la segunda colonia de descendientes italianos en el Perú en ese éxodo producido entre 1840 y 1880, donde llegaron cerca de 60 familias procedentes de la Provincia de Liguria (Genoveses). Familias como los Lombardi, los Basili, los Remasa, los Canepa, los Giglio y los Parodi; se instalaron en la ciudad heroica, pues consideraban que era un lugar muy atractivo para el comercio. La mayoría de panaderías eran de propietarios italianos, como la famosa Panadería de los hermanos Roquetti, donde se elaboraban los cachitos, las tortas genovesas y la famosa marraqueta. La pizza se elaboraba de manera casera a principios de siglo XX y más aun con los insumos que produce Tacna, como el aceite de oliva, el orégano, el tomate, las  aceitunas y el plus de los ajíes tacneños.

 LA MARRAQUETA

En Tacna encontramos el maridaje perfecto, el picante a la tacneña (elaborado a partir de ají amarillo y ají rojo) se acompaña con el pan marraqueta. En Tacna durante los años de ocupación chilena, cuando se sacrificaba a las vacas, los chilenos se quedaban con lo mejor del ganado, como el lomo y las sobras eran para los tacneños, es decir, las vísceras como la pata, el mondongo y la tripa. A partir de estos ingredientes nace el famoso picante a la tacneña, como lo menciona Yolanda Franco vda. De Ticona, una de las más destacadas  cocineras de Tacna, que vivió en esos años de cautividad.

Existe todo un misterio con respecto al origen de la marraqueta, pero hay dos versiones en relación a su procedencia. La primera versión dice que la marraqueta nació en Chile, que apareció a principios del siglo XX en el Puerto de Valparaíso, creado por unos hermanos franceses de apellido Marraquette. A partir del éxito de la marraqueta en ese país, este pan traspasa fronteras, llegando a Bolivia, Uruguay, Argentina y Perú. La segunda versión menciona que su origen es el Perú, y durante la inmigración italiana a la ciudad heroica, después de consumir los tacneños un pan tipo labranza, los genoveses trajeron el cachito, el lulo, la coliza y la marraqueta. A todo esto el distinguido historiador tacneño José Giglio afirma que: “no le debemos a Chile ninguna comida y al retornar Tacna al Perú en el año 1929, muchas familias tacneñas que escaparon de la guerra, al regresar a su ciudad natal, pedían su picante a la tacneña y pedían su pan marraqueta”.

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HALLULLA

En el presente viaje pudimos ver la presencia de la marraqueta, como icono en esta ciudad, pero nos llamó la atención el protagonismo del pan hallulla o conocido como pan Chileno, que lo encontramos en mercados, bodegas, panaderías, cafés y otros locales, así que despertó en nosotros la curiosidad de documentarnos para conocer el real origen de este pan, que es el segundo más consumido en Chile, después de la Marraqueta. Nuestra investigación realmente les sorprenderá. Todos los documentos antiguos revisados en la Biblioteca Nacional confirman a la hallulla como un pan oriundo del Cuzco, además la palabra hallulla es una voz quechua. Para muestra un botón, en el viaje realizado por el Presidente Luis José de Orbegoso a la ciudad del Cuzco entre 1834 y 1835, testimonio presente en el diario escrito por su secretario el cura José María Blanco, nos menciona que encontraron chutachas, rurunes, simpas, costras, molletes, panes de Oropesa, panes de Paruro y una serie de panes que desaparecieron en el tiempo, pero dentro de estos se encuentra la famosa hallulla, este documento está perfectamente confirmado en la obra del Profesor Sergio Zapata, quien menciona que se trata de un pan chato y redondo que se preparaba en el Cuzco. Por lo que concluimos que el origen de la hallulla no es el país sureño, sino el Perú, y específicamente del Cuzco, pero que con el paso de los años se fue perdiendo su consumo y dirigiéndose con rumbo al sur, felizmente en la ciudad heroica encontramos hallullas, en muchas panaderías.

 

 LONCHE TACNEÑO

En la obra titulada “Estampas y episodios de la vida Tacneña” se hace mención del clásico lonche tacneño que se consumía en antaño, conocida como la hora del té de las 5 de la tarde, una costumbre que era todo un ritual para los ingleses. Mientras visitábamos la casa Basadre que contiene una biblioteca ampliamente documentada, tuvimos oportunidad de observar su salón de lujosas pinturas, donde encontramos un cuadro muy particular, donde se plasma los elementos del lonche tacneño, como el té, las aceitunas y el actor principal que es la marraqueta. Lamentablemente esta costumbre se ha perdido con la vorágine de la modernidad.

BILLINGURT Y EL PAN GRANDE

Un territorio que perdimos durante la guerra del pacifico y muy relacionado con Tacna es Arica, donde nació el ilustre presidente Guillermo Billinghurst conocido por la famosa campaña del Pan grande. En el libro “Nación y Sociedad en la Historia del Perú” del autor Peter Klaren se menciona que en la campaña electoral de 1912, el partido civilista que estaba fraccionado, lanzó la candidatura de Antero Aspillaga, que era hijo de chileno, lo cual no agradó a la población, pues estaba fresca la herida de la guerra del pacifico. Un gran número de clubes obreros presentaron la candidatura de Guillermo Billinghurst, un mes antes de la elección, quien representaba al Partido Demócrata, cuya candidatura produjo la algarabía popular. El último domingo antes de los comicios, una inmensa manifestación en la capital apoyaba a Billingurst que trajo a más de 20 000 seguidores, contra 2000 de Aspillaga. Fue apodado “El Pan Grande” por la prensa popular, cuando una banderola que sobresalía entre la multitud, decía “que la hogaza de pan costaría 20 centavos si ganará Aspillaga y costaría 5 centavos si ganará Billingurst”.   

LABRANDO SUEÑOS

Uno de los panes más consumidos en Tacna durante el siglo XIX es el pan labranza. El término labranza viene de labrar, crear, innovar, es decir utilizar esa habilidad y destreza del panadero peruano para a partir de una misma masa, poder elaborar un sin número de formas y figuras. A partir de este pan que pertenece a la categoría de los panes crocantes (masa salada) podemos elaborar, el cachito, el chimbi, el pinganillo, el tolete, el pan tornillo, el pan colectivo, el carioca y muchos más.

 

Los tacneños no dejaron de pelear un milímetro por su territorio y ese espíritu de lucha lo han mantenido atreves de los años. En la actualidad no dejaron de pelear, por preservar los panes peruanos que son nuestra herencia. 

Autor: Ing. Renato Gago

Fuente: REVISTA PANERA